Guitarras Hernández y Aguado

Santiago Manuel Hernández nació en un pueblo de Toledo en 1895. Se trasladó a Madrid con su familia cuando tenía 8 o 9 años. A los 14 años, empezó a trabajar como aprendiz en una fábrica de pianos, y poco después fue contratado para trabajar en la sección donde se construía el cuerpo del piano.
Victoriano Aguado Rodríguez nació en 1897 en Madrid. Estuvo trabajando en la misma fabrica de pianos como artesano encargado del barnizando a muñequilla. En este lugar se conocieron e hicieron  amistad. En el año 1941, cuando se cerró la fábrica, decidieron abrir un taller de reparación de pianos y restauración de muebles antiguos.
Ya que Victoriano y Jesús Belezar, el yerno de Manuel, eran grandes aficionados a la guitarra, Hernández y Aguado construyeron apenas un par de guitarras por puro placer. Cuando el Maestro Sáinz de la Maza probó estas guitarras, les animó a que hicieran más porque a su parecer estaban realmente bien hechas.
No se puede olvidar la gran ayuda que les prestó Modesto Borreguero, guitarrero madrileño que trabajó como oficial, junto con Santos Hernández y Domingo Esteso, en el taller de Manuel Ramírez. Victoriano y Manuel aprendieron observando a Borreguero construir sus guitarra. Borreguero fue un hombre noble y generoso y les enseño las técnicas tradicionales que había adquirido en el taller de Manuel Ramírez. Gracias a esta experiencia, las guitarras de Hernández y Aguado mejoraron mucho en calidad y comenzaron a tener una gran reputación.
Decidieron dejar el negocio de la reparación de pianos y muebles, y centrarse solo en las guitarras. En aquel tiempo, Madrid estaba lleno de guitarreros muy bien establecidos, entre los cuales destacaban: José Ramírez, Marcelo Barbero, Conde Hermanos, y Santos Hernández. Cerrar su negocio y apostar por la guitarra fue, en un sentido, una idea muy arriesgada. Sin embargo, un año después, ya contaban con una lista de espera de más de 70 clientes.
Hernández y Aguado trabajaban cuidadosamente y sin prisas. Cada proceso tenía lugar en la temporada más adecuada; la construcción del cuerpo de la guitarra en el invierno, el barniz a muñequilla en el verano. Hernández se encargó del cuerpo de la guitarra, y Aguado del barniz a muñequilla y del mástil. Con estas cuidadosas tareas, fabricaron solo 400 unidades en total entre 1941 y 1975. La acústica de sus guitarras es pura elegancia, un sonido tradicional y muy rico en matices. La pureza del sonido a veces engaña a los intérpretes dando la impresión de la carencia en el volumen, pero su proyección acústica sorprende al oyente llegando a alcanzar hasta la última fila de las salas de concierto.