Esta guitarra clásica ha sido construida por la popular firma José Ramírez en el año 1980, una de las épocas más prolíficas de la firma, en la que acudían a su taller guitarristas de todo el mundo tanto de clásico como de flamenco, Paco de Lucia, Manolo Sanlúcar, Narciso Yepes, Serranito… entre muchos otros.

Esta guitarra está construida con unas maderas de excelente calidad, imposibles de conseguir en la actualidad. Un palosanto de India de tono achocolatado y una tapa armónica de cedro del Canadá con un veteado rectilíneo y uniforme, otorgan a esta guitarra esa calidad y carácter típicos de la popular firma en esta época.

Este tipo de guitarras de la firma Ramírez de esta época son realmente difíciles de encontrar. La construcción es sencillamente perfecta en todos los sentidos: acabados, ajustes, maderas… Observando los detalles de construcción y la calidad de sonido que desprende es fácil entender el por qué la casa Ramírez llegó a ser durante muchos años una de las principales y más importantes firmas de la guitarrería española reconocida a nivel mundial. Su sonido aúna volumen, proyección y calidad con un timbre verdaderamente precioso, muy polivalente, que nos puede venir bien tanto para clásico como para flamenco si se hacen los ajustes pertinentes.

A pesar de presentar una altura de cuerdas algo más elevada de lo habitual para una guitarra flamenca debido a que fue construida para clásico, cabe destacar la suavidad de pulsación que ofrece tanto para la mano izquierda como para la mano derecha, resultando extremadamente cómoda y fácil de tocar para el cualquier tipo de guitarrista. Cabe destacar que esta guitarra podría adaptarse perfectamente a flamenco reduciendo la altura de la selleta.

El estado de conservación de esta guitarra clásica es sorprendente, impecable, como recién comprada… Es prácticamente un milagro que nos permite sentir que hemos viajado en el tiempo, disfrutando del instrumento como si fuésemos los primeros dueños y nos la hubiesen entregado en el taller en la época y eso es una experiencia… que no tiene precio!.