Esta guitarra está construida por el guitarrero José Recio en el año 1847. José María Recio Beltrán nació en Cádiz el 15 de enero del año 1806. Su padre, José Recio Perini, era carpintero y algunas fuentes parecen indicar que posiblemente también fue constructor de guitarras, aunque no existen evidencias claras que lo confirmen. En el «Museu de la Música» de Barcelona se conserva una guitarra de José Recio del año 1824, perteneciente a la colección del guitarrista compositor Miguel Llobet. En el padrón de habitantes de 1841, consta como constructor de guitarras, con domicilio en la calle Capuchinos 128. En 1844-1845 vivió en la calle San Leandro nº77 y tenía un taller entre 1844-1846 en la calle Torre. En el año 1847 trasladó su taller a Palma de la Viña. A partir de 1850-1855 vuelva a tener su taller y su vivienda en San Leandro 77 y finalmente, en 1856, lo encontramos en la plaza Jesús Nazareno. Falleció el 14 de enero de 1867.

Esta guitarra es un verdadero tesoro, no solo por lo que representa y por ser una parte de incalculable valor de la historia de la guitarra, si no por el estado de conservación tan incorrupto en el que se encuentra, el cual nos permite apreciar y estudiar la forma y el sistema de construcción tan elaborado que este genio guitarrero poseía a pesar de las limitaciones de herramientas y madera que había en la época, pues hablamos de casi 200 años de viaje en el tiempo hasta nuestros días.

Las maderas que conforman está guitarra son pino-abeto alemán para la tapa armónica y Caoba para aros y fondo. Los detalles de filetería e incrustaciones de madera y nácar son una autentica obra de arte.

Su sonido es algo surrealista. La primera impresión que tuvimos fue «¿como es posible que salga tanto sonido de un instrumento tan pequeño?»… es realmente sorprendente pero cuando te detienes a escucharla detenidamente te das cuenta que la mayor de sus virtudes no es su potencia si no la calidad de su voz: Una voz dulce con una proyección espacial, unos armónicos delicados que inundan la habitación y una calidad tonal superior que hace tambalear en nuestras cabezas la teoría de la evolución de los instrumentos.

Las alturas de cuerda y el ajuste que presenta esta guitarra es algo diferente a la de una guitarra actual debido a su forma de construcción. En el diapasón nos encontramos con una altura muy reducida en toda su longitud y una altura algo más elevada en la parte del puente/selleta. La pulsación es realmente suave y basta acariciarla para sacar a relucir todo su potencial.

El estado de conservación que presenta es insólito para una guitarra de esta época, conserva la originalidad de todas sus partes (barniz, clavijero, huesos…), sin fisuras ni reparaciones de ningún tipo.