Esta guitarra flamenca está construida por José Ramírez II en el año 1957. En el taller de este guitarrero y bajo sus magistrales enseñanzas se han formado algunos de los mejores guitarreros de la época (Marcelo Barbero, Manuel Rodríguez, entre otros). Las guitarras de este genio artesano son sumamente difíciles de encontrar, de hecho y para que os hagáis una idea, a lo largo de nuestra vida hemos visto incluso más guitarras de Santos Hernández que de este guitarrero.

Esta guitarra está construida siguiendo la tradición de la escuela madrileña, con unas maderas espectaculares tanto por su belleza como por la calidad de las mismas y en sus detalles y pulcritud se puede apreciar el esmero y dedicación que se dedicaron para su construcción.

Su sonido tiene el equilibrio perfecto entre brillo y profundidad, con un volumen inusual en este tipo de guitarras (algo más estrechas que la típica guitarra de concierto). La calidad de sus bordones y la musicalidad de sus agudos la convierten en la mejor guitarra de la firma que hemos visto a lo largo de los años hasta el día de hoy.

La pulsación es suave y con ese efecto “rebote” propio de las mejores guitarras flamencas.

Esta guitarra ha pertenecido al bailaor Joaquín Fajardo, uno de los artistas más solicitados de la época dorada del flamenco, tanto en su profesión como bailaor como en su faceta como guitarrista de acompañamiento al cante y baile. Joaquín Fajardo se mudó a México y estableció allí una escuela de flamenco por la que pasaron grandes artistas del flamenco actual (entre ellos el maestro Antonio Rey). Una guitarra con historia y muy cuidada, pues se puede apreciar que se le ha dado mucho uso (lo que ha influido positivamente en la evolución de las cualidades acústicas del instrumento) pero se ha tratado con mimo y respeto, puesto que mantiene intacto su barniz original. La guitarra presenta un estado de conservación óptimo, tan solo presenta una pequeña fisura en el aro perfectamente reparada en la época.