Esta guitarra flamenca está construida por el legendario guitarrero Santos Hernández en el año 1936. Este guitarrero fue el discípulo más destacado de Manuel Ramírez, para el que trabajó durante 23 años. En el año 1918 abrió su propio taller en la calle Aduana 23. Desde 1916 hasta su muerte en 1943 se estima que construyó cerca de 300 guitarras. Grandes concertistas de la época trabajaron con sus guitarras, como Ramón Montoya, Andrés Segovia, Sabicas, Niño Ricardo, Regino Sainz de la Maza, entre otros.
Las maderas utilizadas para su construcción son de una calidad excelente. Pino-abeto alemán para la tapa armónica con un veteado muy marcado, recto y uniforme y ciprés real español de gran belleza para aros y fondo.
El sonido de esta guitarra flamenca es verdaderamente precioso, basta con escuchar un solo acorde para darnos cuenta que nos encontramos ante una guitarra con una calidad que sobrepasa con creces al resto. Un timbre especialmente flamenco que derrocha personalidad y carácter; unos bordones broncos y brillantes con unos graves muy profundos y unos tiples dulces y cristalinos donde fluyen una amplia variedad de armónicos.
La pulsación es media y la altura entre cuerdas y diapasón, así como en la selleta, es reducida. La altura en el traste 12 es de 2,2 mm, de las más bajas que se puede encontrar en una guitarra, esto consigue que la mano izquierda desarrolle su trabajo de forma extremadamente sencilla y fluida. A esto podemos añadir la comodidad que proporciona tocar una guitarra tan liviana (apenas supera el kg. de peso).
El estado de conservación es muy bueno, conservando la originalidad de todas sus partes incluyendo el barniz a gomalaca… Presenta algunas fisuras, todas perfectamente reparadas y documentadas en las imágenes adjuntas. Cabe destacar la solidez de construcción que presenta y transmite este instrumento que lo hacen apto para tocarlo y utilizarlo en cualquier situación, alejándonos del tópico de que una guitarra antigua es frágil y delicada.
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