Guitarra flamenca Manuel de la Chica 1962

Esta guitarra flamenca está construida por el maestro Manuel de la Chica, considerado el guitarrero más importante de Granada hasta la fecha. Su forma de construcción y su calidad de sonido son a menudo comparadas con las guitarras del maestro Marcelo Barbero, puesto que ambos colaboraron en la construcción de varias guitarras que Santos Hernández dejó parcialmente construidas en el momento de su muerte. En el año 1973, siendo ya un guitarrero de reconocido prestigio, se vio obligado a abandonar el oficio debido a complicaciones de salud ocasionadas por la inhalación de polvo y sustancias químicas. Sus guitarras son reconocidas y apreciadas por coleccionistas, guitarreros y guitarristas de todo el mundo.

Las maderas que conforman esta guitarra flamenca son de una calidad sorprendente, sobre todo si tenemos en cuenta que se trata de una guitarra de segunda. La tapa armónica, de pino-abeto alemán, muestra un veteado recto y uniforme en toda su superficie. El ciprés de aros y fondo es recto y homogéneo, unas maderas muy escogidas y con un proceso de secado y curación óptimos.

Lo que más nos llama la atención del sonido de esta guitarra flamenca es su fuerte y marcada personalidad. Muestra un volumen y una calidad de sonido excepcionales y al tocarla se crea una atmósfera muy especial gracias a su peculiar timbre “hueco”, un timbre muy especial que no deja indiferente a nadie y es perfecta y fácilmente diferenciable del resto de guitarras.

La pulsación de esta guitarra flamenca es media-baja con una altura de cuerdas muy equilibrada tanto en el diapasón como en la selleta, proporcionando al guitarrista una gran comodidad en ambas manos y facilidad en el toque. A esto podemos añadir la comodidad que proporciona tocar una guitarra tan liviana (apenas supera el kg. de peso).

Esta guitarra ha pertenecido a Enrique Garcia, un reconocido artesano de guitarras eléctricas, que nos cuenta como su hermano la adquirió directamente en el taller de Manuel de la Chica con la intención de tocar en la tuna, una afición que le duró poco tiempo, guardando la guitarra prácticamente sin uso en su funda hasta el día de hoy.

Presenta un estado de conservación excepcional, pues ha estado durante más de cuarenta años guardada en su estuche, resguardada de la luz y el contacto con el exterior, lo que ha logrado mantener intactas la propiedades y el color original del barniz. No presenta fisuras ni reparaciones de ningún tipo y mantiene la originalidad de todos sus componentes (barniz, huesos, clavijero, trastes…etc.)